Autorretratos

En un autorretrato confidente están
aquellos y estos que fuimos y somos;
en un autorretrato renace el pasado...
aquel tiempo que de vez en cuando
se requiere, se añora sin querer.

En un autorretrato consecuente advertimos
que a punto de olvidarse estaban los olvidos,
y entonces escarbamos la memoria y las fotos
sin vergüenzas, ni disculpas, ni respuestas...
y dejamos caer como pompas de nieve
a la nostálgica melancolia, a los recuerdos.

En un aurorretrato secuencial y en su entorno
se revive el nacimiento, el primer llanto
la luz, la primera sombra reflejada, la oscuridad
el pulso, el corazón y su cateter, los doctos médicos
el post-operatorio, los juguetes, la anestesia
la hora del almuerzo, la progenie desvelada...

la razón como un enigma, otra vez los médicos
los mieditos, esos que dan miedo, los respetos
las ciruelas de los árboles del fondo, la tristeza
la presencia de la ausencia, el futuro imperfecto
la belleza tan lejana, la simpleza desnudada
los anzuelos que mordimos, las huellas digitales
las deudas de palabras, las palabras malgastadas
los silencios complicados y los cómplices misterios
las únicas cadenas, las del alma, tan convictas
las variadas confesiones susurradas que se oyen
el penúltimo cigarro, la excomunión, el deterioro
los cristales que nos miran, la mirada tan perdida
el regalo regalado a la única certeza, los despojos
el desprecio del amor, el amor tan mentiroso
o en todo caso mezquino e indiferente...

en un autorretrato está el que hoy escribe y tantos otros.

(La Plata, 08/08/2007)

1 comentarios:

  Leo

17 de agosto de 2007, 12:54 p. m.

Tengo suerte.

No se cuantos pueden comprender cada una de las cosas que te autorretratan pero cuando te leo, yo siento que te conozco.

Gracias.