Elegía

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa a mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.

Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

(Miguel Hernandez)

(22/12/2007)

Tu bosque

Mi densidad de árboles y besos
hábitat poblado de plantitas y miradas
vive y se desvive por la muerte de sus hadas
punto cardinal donde no existen los recesos

reservorio del carbono del olvido
Amasonia en donde trepo hasta sus ramas
flora y fauna de los vientos y las llamas
que me encienden y me llevan a su nido

bosque secundario que aloja en su natura
al pastor de los pastores solitarios
y lo salva de las talas y lo cura

bosque donde corre un jerbo y este corazón
tratando de tocar el campanario
a la hora que se va su embarcación

-Para anita, por encargo-

(La Plata, 21/12/2007)

Tercetos acatarrados

Coronas y banderas, qué anacronismo,
cayucos y pateras, qué desconsuelo,
fronteras y aduanas, más de lo mismo.

Encima de las nubes se pudre el cielo,
el mes de octubre estrena su ropa vieja,
las urnas amenazan con Maquiavelo.

El mar es un enfermo que no se queja,
la duda el purgatorio del ser humano,
la paz lleva una bala entre ceja y ceja.

Misterios dolorosos del ciudadano
que no comulga con ruedas de molino
ni confunde a Jesús con el Vaticano.

Tropezando y cayendo se hace camino,
corrigiendo con gallos la partitura,
sobornando a la lámpara de Aladino.

Riendo por la calle de la amargura,
cantando por la esquina del desencanto,
subiéndole las faldas a la cultura.

En román paladino y en esperanto,
la lengua de mi gozo y de mi tormento,
la mina de los lápices que amamanto.

Perdóneme el lector si en algún momento
las musas me retiran su confianza
como la ciencia infusa su sacramento.

En manos de la virgen de la esperanza
deposito otro lunes mi testamento
¿lo firma don Quijote? No, Sancho Panza.

(Joaquin Sabina)

(19/12/2007)

Me celebro y me canto a mi mismo...

Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo asuma tú también habrás de asumir,
pues cada átomo mío es también tuyo.

Vago al azar e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo sobre la tierra,
para contemplar un tallo de hierba.

Mi lengua, cada molécula de mi sangre
formada por esta tierra y este aire.
Nacido aquí de padres de cuyos padres nacieron aquí
y cuyos padres también aquí nacieron.

A los treinta y siete años de edad,
gozando de perfecta salud,
comienzo y espero no detenerme hasta morir.

Que se callen los credos y las escuelas,
que retrocedan un momento, conscientes de lo que son
y sin olvidarlo nunca.

Me brindo al bien y al mal,
me permito hablar hasta correr peligro.
Naturaleza sin freno, original energía.

(Walt Whitman)

(La PLata, 19/12/2007)

Impresión a dos

Tu remera resume el día que aún nos late
el río invita al beso a compartir las navidades
tu sábana de sueño no permite despertares
la noche 3 de enero no será la que nos mate

mi remera tiene impresa la palabra embarcación
un júbilo de manos nos abraza entre las sombras
mi condena se libera cuando caen en la alfombra
los mejores condimentos tomando tu comunión

no permitas que esta lumbre deje de alumbrarnos
no quisiera detenerme en el medio del paisaje
viajando el viaje al fin del mundo sin cruzarnos

no permitire que la calle nos desgrane la alegria
no quisiera verte triste en el medio del paisaje
viajando el viaje al fin del mundo sola y fria

(La Plata, 19/12/2007)

Es caprichoso el azar

Fue sin querer...
Es caprichoso el azar.
No te busqué
ni me viniste a buscar.

Tú estabas donde no tenías que estar;
y yo pasé, pasé sin querer pasar.
Y me viste y te vi entre la gente
que iba y venía con prisa en la tarde
que anunciaba chaparrón.

Tanto tiempo esperándote...
Fue sin querer...
Es caprichoso el azar.

No te busqué
ni me viniste a buscar.
Yo estaba donde no tenía que estar
y pasaste tú, como sin querer pasar.

Pero prendió el azar semáforos carmín,
detuvo el autobús y el aguacero
hasta que me miraste tú.

Tanto tiempo esperándote...
Fue sin querer...
Es caprichoso el azar.

No te busqué,
ni me viniste a buscar.

-Para anita-

(Joan Manuel Serrat)

(15/12/2007)

Poema de amor

El sol nos olvidó ayer sobre la arena,
nos envolvió el rumor suave del mar,
tu cuerpo me dio calor,tenía frío,
y allí, en la arena,
entre los dos nació este poema,
este pobre poema de amor
para ti.

Mi fruto, mi flor,
mi historia de amor,
mis caricias.

Mi humilde candil,
mi lluvia de abril,
mi avaricia.

Mi trozo de pan,
mi viejo refrán,
mi poeta.

La fe que perdí,
mi camino
y mi carreta.

Mi dulce placer,
mi sueño de ayer,
mi equipaje.

Mi tibio rincón,
mi mejor canción,
mi paisaje.

Mi manantial,
mi cañaveral,
mi riqueza.

Mi leña, mi hogar,
mi techo, mi lar,
mi nobleza.

Mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red
y la arena.

Donde te sentí
donde te escribí
mi poema.

(Joan Manuel Serrat)

(15/12/2007)

Salvavidas

La lluvia que no cae de este cielo
es la lágrima tenaz de la memoria
es el mar de los escombros deslenguados
es la palabra más oscura entre los labios
que no llegó a tocar el fondo de mis mares

la lluvia no se cae ni está erguida
duerme suspendida en las llanuras
sueña con bajarse de su árbol
y volverse fulminante e invasiva
o quemante con el ácido del día

la lluvia que no espero desespera
por desdoblarse en gotas de pasado
y volver a revolverme los escritos
empujarme hacia la nada en pedacitos
y ahogarme en el charco del olvido

ahora hay otra nube y otra lluvia
que mutó de pasajera a permanente
que rebalza
que me inunda
que me rapta

que me invita
que se invita
que me salva

(La PLata, 14/12/2007)

Todo tiempo pasado fue mejor

Tu pasado se refleja en mi futuro,
se disloca como el ritmo en las entrañas,
se hace ecos, reverbera en mi memoria,
crea ondas circulares en el agua,
tiembla sobre todas las paredes,
moja el aire, cubre el polvo, late fuerte,
luego grita y súbitamente enmudece.

Tu pasado te envenena y me atormenta,
huye ciego hacia el olvido y me recuerda,
abre un ojo, pierde el tiempo, cierra puertas.

Aun deseo ese pretérito imperfecto
como boomerang, volviendo del presente.
Tu pasado va en mi espalda
y en tu cruz mi herida acalla, se hace vieja,
fructifica en mi conciencia y cicatriza.

Pero sigue, tu pasado, su camino
y se vuelve tan presente entre mis pasos
que me instala esta quietud sobre las piernas
y elimina cada huella de mi arena
con tu mar omnipresente y su resabio
de tinajas de uva y roble, de entereza.

Ya no sé si, bueno o malo, tu pasado me merece,
ya no sé, antes sabia, pero ya pasó el invierno.

Tu pasado se refleja en mi futuro,
se devasta como gotas sobre el pasto,
se hace vientos, vuela solo sobre el mundo,
se confunde, se entrevera,
se marchita en el florero de su tumba,
se fibrosa, se preinfarta, paraliza,
luego se hace pedacitos de pasado,
resucita y me dibuja una sonrisa.

Navío

El barco que nos embarcará mañana
nos llevará en silencio hacia los ruidos;
ojalá nos devuelva ruidosos y sonriendo
y nos deje naufragando en la alegria...

(La Plata, 13/12/2007)

Arribandonos

Estoy viendo algo cerca mío
no se si es un recuerdo o un olvido
lo cierto es que está conmigo

está sentada en la luna
está colgada de un sueño
está cociendome los labios
está rastreando mi imagen

yo tambíen estoy cerca
haciendo espejismos
torciendo destinos
rompiendo átomos

está viendo algo cerca
no sabe aún que soy la imagen
que va camino a su espacio

(La Plata, 13/12/2007)

Capitulo 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

(Julio Cortázar) - De "Rayuela"

Solo ellos

Andan por ahí
buscando la caricia
la contemplación
el condimento que los calme

andan por ahí
con sus preguntas
con los bolsillos llenos
con todo el aire

andan y andan
y se descubren
y se despistan
y se degarran
y se consumen

por un instante se detienen
para acomodarse
para restarse heridas
para sumarse al mundo

por un instante se mendigan
y se ofrecen
y se obtienen
y se dejan

por un instante andan como locos
porque les falta algo
les falta todo
se faltan

pero si se chocan en el día
o se abrazan en la noche
dejan de andar
y dejan de dejarse

(13/12/2007)

Los amantes

¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos ?
Ellos se toman de la mano:
algo habla entre sus dedos,
lenguas dulces lamen la húmeda palma,
corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped,
hacia puertos que se abren entre sábanas.

Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran
y se tocan una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces cuando están muertos,
cuando están vestidos, que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.

(Julio Cortázar) - De "El último round"-

(13/12/2007)

Desnuda y con sombrilla

Tú sentada en una silla
yo de pie con expresión de lord
tu desnuda y con sombrilla
yo vestido pero con calor.

Tú con uñas y con dientes
mirándome de frente
con brillo de matar.
Yo retrocediendo un poco
llenándome de un loco
deseo de sangrar.

Tú besando tus rodillas
yo discreto pero sin rubor
tú creando maravillas
yo soñándome esquimal sin sol.

Tú con un ritmo tan lento
buscando un alimento
frotado con alcohol.
Yo de pronto ensimismado
mirándote alelado
colmada de licor.

Tú ardiente y sin capilla
yo quitándome el sombrero alón
tú dispuesta la vajilla
yo al filo de mi pantalón.

Yo a punto del delirio
extraigo un solo cirio
que poso ante tu flor.
Tú susurrando un misterio
de un no sé qué venéreo
me das un protector.

(Silvio Rodriguez)

(12/12/2007)

Gotán

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.

(Juan Gelman)

(12/12/2007)

Como árboles

Quién hubiera dicho
que estos poemas de otros
iban a ser míos

después de todo hay hombres que no fui
y sin embargo quise ser
sino por una vida
al menos por un rato
o por un parpadeo
en cambio hay hombres que fui
y ya no soy ni puedo ser
y esto no siempre es un avance
a veces es una tristeza

hay deseos profundos y nonatos
que prolongué como coordenadas
hay fantasías que me prometí
y desgraciadamente no he cumplido
y otras que me cumplí sin prometérmelas

hay rostros de verdad
que alumbraron mis fábulas
rostros que no vi más pero siguieron
vigilándome desde la letra en que los puse

hay fantasmas de carne otros de hueso
también los hay de lumbre y corazón
o sea cuerpos en pena almas en júbilo
que vi o toqué o simplemente puse a secar
a vivir
a gozar
a morirse

pero además está lo que advertí de lejos
yo también escuché una paloma
que era de otros diluvios
yo también destrocé un paraíso
que era de otras infancias
yo también gemí un sueño
que era de otros amores

así pues
desde este misterioso confín de la existencia
los otros me ampararon como árboles
con nidos o sin nidos
poco importa

no me dieron envidia sino frutos
esos otros están aquí
sus poemas son mentiras de a puño
son verdades piadosas

están aquí
rodeándome
juzgándome
con las pobres palabras que les di
hombres que miran tierra y cielo
y a través de la niebla
o sin sus anteojos
también a mí me miran
con la pobre mirada que les di

son otros que están fuera de mi reino
claro
pero además
estoy en ellos
a veces tienen lo que nunca tuve
a veces aman lo que quise amar
a veces odian lo que estoy odiando

de pronto me parecen lejanos
tan remotos
que me dan vértigo y melancolía
y los veo minados por un duelo sin llanto

y otras veces en cambio
los presiento tan cerca
que miro por sus ojos
y toco por sus manos
y cuando odian me agrego a su rencor
y cuando aman me arrimo a su alegría

quién hubiera dicho
que estos poemas míos
iban a ser de otros.

(Mario Benedetti)

(12/12/2007)

Teoria de conjuntos

Cada cuerpo tiene
su armonía y
su desarmonía.
En algunos casos
la suma de armonías
puede ser casi
empalagosa.
En otros
el conjunto
de desarmonías
produce algo mejor
que la belleza.

(Mario Benedetti)

(06/12/2007)

Soneto XVII

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

(Pablo Neruda)

(06/12/2007)

No se, me importa un pito...

No se...
me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias
o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz
que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible-
no les perdono, bajo ningún pretexto,
que no sepan volar.
Si no saben volar
¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese,
volando, de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón,
en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca
o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.

(Oliverio Girondo)

(06/12/2007)

Tu nombre

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre.
Trato de escribir que te amo.
Trato de decir a oscuras todo esto.
No quiero que nadie se entere,
que nadie me mire a las tres de la mañana
paseando de un lado a otro de la estancia,
loco, lleno de ti, enamorado.
Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote.
Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,
lo grita mi corazón amordazado.
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,
lo digo incansablemente,
y estoy seguro que habrá de amanecer.

(Jaime Sabines)

(06/12/2007)

No es nada de tu cuerpo...

No es nada de tu cuerpo
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.

Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

(Jaime Sabines)

(06/10/2007)

Los Amorosos

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor.
Los amorosos viven al día,
no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan, no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan también
como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos,
hambrientos, a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando, la hermosa vida.

(Jaime Sabines)

(04/12/2007)