Alegato para un final

Me tomé un café y un taxi para matar aquel frío
que quebraba tus huesos, que mordía mis días
de aspirinas vencidas y tragos que se estiraban
y llegué temprano a casa para evitar el rocío
y te escribí esta mentira que duele como tu casa:

Nunca te he sido fiel…
he llorado vencido cada vez que he besado
los labios de otras mujeres que habitaron tu piel.

0 comentarios: