Yo

Ese que está sin estar, ese soy yo dentro de otro.

Ese que ríe a pesar de ver caer las pestañas
sobre los pómulos húmedos por la maldita distancia.

Ese que llora cuando todos se han ido
después de haberle contado todo lo bien que lo han visto.
Ese soy yo, tan ninguno.

Ese, el que mira el paisaje y lo oye,
ese que grita en silencio,
ese que apesta, que sangra,
soy el que siempre simula desinterés y se muerde.

Ese soy yo, el de la foto,
graciosa mezcla de máscaras y sospechosas sonrisas.
Ese y no aquel, ni ese otro.

El que pisa sobre el agua cada mañana y se inunda
de soledades profundas pero mantiene la calma.

Ese soy yo, el del reflejo
en el espejo quebrado y en los ojos de la gente
que a veces me desalienta y nunca me da consejos.

Ese “yo” me pertenece por singular y soltero,
tan Ícaro, tan Narciso y tan poco Prometeo.

Yo soy ese, el de la lógica
en cada paso pensado, en cada piso pisado,
el de las profundidades que sale a la superficie.

El que escribe con vergüenza
sus letras analfabetas y rellena corazones,
ese soy yo en mis adentros.

Soy el que hace las canciones que quedan en mi memoria
solo cuando ando con suerte y no me apuran las horas.

Ese soy yo, solo ese,
el que se sienta a un costado para ver pasar la muerte.

(Ahora como nunca, para el Peladito)

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