Contra el verano

Guardé los lagrimeos en el fondo del armario
y le puse a mi guitarra cuerdas nuevas,
con la d del desconsuelo que arranqué del diccionario
remendé mi parasol pa cuando llueva.

Me puse casi en forma sin dejarlo casi todo,
cuatro gárgaras de vodka y tres flexiones,
mi sosias del espejo me hizo un guiño quasimodo
comprendiendo que volvían los aviones.

Por más que lo disfrute el escenario no se cura
con yingyanes, con aplausos, con pastillas,
si muerde la tormenta el corazón de la amargura
la recibo sin bombín y de rodillas.

Las sábanas de hotel son el sudario del viajero
que desgrana su canción a la deriva,
el primo de mi primo se desangra en el albero
pendenciero de la tinta y la saliva.

Que llegue pronto octubre sin Madrid ni Barcelona,
que regresen a su ruta las rutinas,
que vuelva a la vitrina del museo mi Tizona,
que no lloren más por mí las argentinas.

(Joaquin Sabina)

(La Plata, 24/11/2007)

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