Perdón por indagar en tus destrozos
buscando una razón que me desdude,
por hundir la lanza tenaz de la pregunta
tratando de eclipsar los ruidos viejos.
Disculpa que te deje entre las balas
que caen de los ojos de los cielos,
que te llena las sábanas de abismos
ahogando las palabras y los besos.
Perdón por colgarme en los laureles
del tiempo mas preterito y mas negro,
por dormirme sin cuidar de los embates
del frio en las veredas tiritantes.
Disculpa que haga marcas en tu sombra
queriendo dejar algo para siempre,
que siga mendigando tus respuestas
cuando dices sin decir más de la cuenta.
La Plata
-Para Anita- Tierra donde vivo y donde muero
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